Oliver Bearman, el joven piloto británico, ha sumado un nuevo punto de penalización a su superlicencia de F1 tras su incidente con Liam Lawson de Racing Bulls en el sprint de São Paulo. El choque entre ambos pilotos se produjo en la curva 4 durante la primera vuelta de la carrera, una colisión que generó controversia y acusaciones mutuas.
Tras una investigación exhaustiva, los comisarios de carrera determinaron que Bearman condujo de manera "potencialmente peligrosa" en la recta previa a la curva 4, y no por la colisión en sí. Esta decisión le valió una penalización de cinco segundos, que no alteró su posición final en la carrera (12º), pero sí sumó un punto a su licencia.
Este punto adicional es significativo, ya que Bearman se encuentra ahora con nueve puntos de penalización en su superlicencia. Alcanzar los doce puntos en un período de 12 meses conlleva la suspensión automática de una carrera. El piloto deberá esperar hasta mayo del próximo año para que se le retiren más puntos de su licencia.
Según el informe de los comisarios, Bearman perdió velocidad a la salida de la curva 3, lo que permitió a Lawson acercarse a mayor velocidad por la recta hacia la curva 4. Al intentar Lawson adelantar, Bearman se movió hacia la izquierda, dejando insuficiente espacio y obligando a Lawson a pisar el césped mojado con dos ruedas. Aunque Lawson logró mantener el control y evitar el contacto, los comisarios consideraron que la maniobra de Bearman creó un riesgo innecesario a alta velocidad.
Los comisarios justificaron la penalización basándose en el Artículo 2 e) del Capítulo IV del Apéndice L del Código Deportivo Internacional, que prohíbe la conducción potencialmente peligrosa. Consideraron que, dado que no hubo contacto y Lawson pudo mantener el control, una penalización de cinco segundos y un punto de penalización eran apropiados, en línea con casos similares anteriores.
¿Fue la penalización justa?
La decisión ha generado debate entre los aficionados y expertos de la F1. Algunos consideran que la penalización es excesiva, argumentando que Bearman no causó ningún daño y que Lawson logró mantener el control de su monoplaza. Otros, en cambio, apoyan la decisión de los comisarios, señalando la importancia de mantener la seguridad en la pista y evitar maniobras que puedan poner en riesgo a otros pilotos.
El incidente sirve como recordatorio de la fina línea que separa la conducción agresiva de la conducción peligrosa en la Fórmula 1, y de la constante vigilancia de los comisarios para garantizar la seguridad de todos los participantes.